Crónica de la expedición ROC a Las Salinas de Huentelauquén

Foto: Fernando Carrasco

Por Cesar Piñones

Las aves y los territorios de Las Salinas de Huentelauquén, Mincha Norte y Sur y Chigualoco, nos regalaron una expedición formidable con 110 especies registradas en eBird Chile durante dos jornadas, permitiendo además volver a sentir esa energía que sólo la “bandada ROC” puede gatillar, dado que se funda en la observación, pasión y camaradería.

Con una organización y logística desplegada en tres regiones; Oscar Mercado en la región de Valparaíso, Gilda Valderrama desde la región Metropolitana y Abraham Olivares, Luz Veliz y César Piñones en Choapa, en la región de Coquimbo, se logró formar un nutrido grupo de 21 pajareros y pajareras, que desde el amanecer del sábado 15 de julio iniciaron la aventura en las llanuras del Sitio Ramsar Las Salinas de Huentelauquén, teniendo como primer objetivo la perdicita chica y el chorlo chileno en las charcas estacionales; humedales efímeros que se activan durante las lluvias invernales y cuya ecología recién estamos comprendiendo, gracias a los monitoreos que lidera la ROC en la zona. Tras la observación de estas hermosas aves playeras y demás fauna acompañante, las energías se enfocaron en la especie más añorada por el grupo; el chorlo de campo o pachurrón como es conocido en las tierras semiáridas del norte chico. Su presencia se presentó de manera sorpresiva y elusiva, dado que en durante breves segundos se escuchó su vocalización típica en vuelo. La adrenalina empezó a fluir entre los miembros del grupo.

Perdicita – Santiago Montaner

Afinando el ojo y con mucha concentración los segundos se hacían eternos y no se tenía éxito en la búsqueda del chorlo de campo, hasta que un grito de uno de los ROCkeros alertó la presencia de una bandada a la distancia, alimentándose muy camuflada entre las rocas de la llanura. Al mismo tiempo de este maravilloso hallazgo, decenas de perdicitas chicas volaban a baja altura por la pradera o se cruzaban por delante de los vehículos; eran momentos de total algarabía. La lista resumen de esta parte de la expedición, puede ser vista en detalle en el siguiente enlace en eBird: https://ebird.org/checklist/S144770503

Chorlo de campo – Santiago Montaner

Pero los desafíos no se terminaban allí. Quedaba ahora el reto de abordar parte de la desembocadura del río Choapa, en la cual la concentración sería exigida al máximo debido a la gran cantidad de especies que pueden ser observadas en el área durante el periodo invernal. Aquello se materializó nítidamente cuando el grupo de observadores y observadoras, pudo ver desde el mirador de la zona la magnitud del fenómeno migratorio, con bandadas mixtas de aves playeras volando sobre la desembocadura y decenas de aves acuáticas realizando distintas tareas en las orillas y fangos del humedal. Por momentos el silencio y la contemplación fueron protagonistas ante la belleza paisajística del lugar. Un total de 62 especies, en donde destacaron el cisne coscoroba, una familia de cisne cuello negro y los casi incontables grupos de chorlo chileno, chorlo de doble collar y chorlo nevado. Lo que ya eBird indicaba claramente, al mostrar a la desembocadura del río Choapa como uno de los sitios de invernada más relevante de la costa semiárida para los chorlos patagónicos, se reafirmó con el conteo realizado por los participantes de la jornada. La lista con las cifras totales puede ser visualizada aquí: https://ebird.org/checklist/S144770502

Chorlo chileno – Santiago Montaner

Con la motivación a tope las miradas se dirigieron al océano, en donde se pudo admirar al a lbatros de ceja negra muy cerca de la costa junto a otras especies de aves marinas, aumentando con ello el listado de especies. Más detalles en la siguiente lista: https://ebird.org/checklist/S144770497

Ya logradas estas postas, el grupo reasignó las metas y se desplazó a los ambientes de quebradas con vegetación xerofítica del área Ramsar, específicamente a la quebrada “Tutitos pelados” en donde es posible hallar a aves endémicas de serranías como la turca, tapaculo y el canastero chileno. Esta “picada” pajarera estuvo a la altura y sorprendió a los exploradores por lo exuberante de sus cactáceas y demás formaciones vegetacionales adaptadas a la aridez. Un total de 18 especies fueron escuchadas y observadas en este punto, las cuales pueden ser estudiadas con mayor detalle aquí: https://ebird.org/checklist/S144770500 

Un momento de calma para el grupo fue necesario, lo que permitió que la nostalgia y el reencuentro, emergieran como parte de los sentires de esta salida. Al respecto Gilda Valderrama expresó que “fue muy grato volver a ver amigos como César y estar en lugares que recorrimos antes de los años de pandemia. Creo que es muy valioso el trabajo que se ha hecho para proteger la rica biodiversidad de Huentelauquén. Prueba de ella es que pudimos observar más de 90 especies. Una agradable sorpresa ha sido conocer a Abraham y Luz, nuevas generaciones de personas de la zona que están sumándose a la tribu de la ROC, para conocer y preservar las aves y sus ecosistemas. Hemos formado un grupo muy diverso en edades y ocupaciones, unidos por nuestro gusto de observar aves y naturaleza”.

Dicho amor por la naturaleza, animó nuevamente al grupo para seguir buscando al chorlo de campo; dado que todos quedaron con gusto a poco debido a la belleza de esta ave. Y en este sentido, las llanuras de la Reserva Hemisférica de Aves Playeras no defraudaron. Nuevamente un grupo de chorlo de campo se presentó ante la caravana. Se obtuvieron hermosas fotografías las cuales ya son parte de eBird, pudiendo ser apreciadas y valoradas por todos en este enlace: https://ebird.org/checklist/S144770499

¿Quedaba algo más por ver? Por supuesto, y ya caída la tarde el grupo se dirigió al casco antiguo del poblado de Huentelauquén Norte, en búsqueda de la torcaza, la bandurrila de los bosques y el misterio mayor, el picaflor del norte, cuya presencia en la zona aún es poco clara. ¡En todo un éxito se convirtió esta parada! puesto que tales aves blanco fueron encontradas junto a otras 19 especies. Fue maravilloso darnos cuenta como el rango de distribución del Picaflor del norte se expande por los ambientes del sur de la región de Coquimbo, tal como en otras zonas de Chile central. Por lo demás, ver como en el Área de Importancia para la Conservación de las Aves (IBA por sus siglas en inglés), cobra sentido al encontrar distintas especies migratorias, hizo al grupo revalorar con mayor fuerza este rincón del semidesierto chileno.

Tras llegar el anochecer, la felicidad y el orgullo de ser parte de esta comunidad pajarera fue total. El grupo se alojó en la Hostería Iraru en Huentelauquén norte (https://web.facebook.com/uncafeenhuente) , esperando el advenimiento de la jornada minchana, la cual estaba a la vuelta de la esquina. El domingo se partió al amanecer nuevamente, desplazándose la caravana río arriba a las tierras de Mincha Norte, en donde los pajareros y pajareras además de disfrutar de las aves, compartieron con la comunidad local, visitando los puestos de artesanías (https://web.facebook.com/profile.php?id=100010067929613), los murales de barro y compartiendo distintos productos locales. La hospitalidad local dio nuevas energías para seguir sumando especies.

Mincha norte – Fernando Carrasco

Un total de 36 especies fueron registradas en los terrenos riparianos y agrícolas de Mincha Norte https://ebird.org/checklist/S144770495 lo que provocó el júbilo del grupo, animándose incluso a cruzar el río y llegar a los terrenos de Mincha Sur, en donde 30 especies fueron avistadas https://ebird.org/checklist/S144773193 La alegría del grupo era total, pero ya se perfilaba el retorno a casa. Los comentarios y síntesis de las dos jornadas fueron el denominador común de las conversaciones, junto a la alegría de aprender en equipo y contribuir al mejor conocimiento de la zona.

Los autos fueron saliendo rumbo al sur, pero aún quedaban más sorpresas. Un grupo de los primeros viajeros en retorno se detuvo en el estero Chigualoco a realizar el Censo Neotropical de Aves Acuáticas y su sorpresa fue mayúscula al encontrar un adulto y un juvenil de Tagüita del norte, todo un hallazgo para la zona. ¡Las aves siempre sorprenden! La lista con dicho hallazgo puede ser revisada aquí: https://ebird.org/checklist/S144748842

Tras todos estos extraordinarios registros, Paola Vergara nos compartió estar “muy agradecida por la increíble experiencia con la ROC en las Salinas de Huentaluquén y Mincha. Disfrutamos de un fin de semana de pajareo en un hermoso paisaje junto a la mejor bandada”. También Paola dejó un mensaje para nuestros socios en Choapa, al desearles “todo el éxito para el equipo de la ROC que trabaja arduamente con la comunidad de esta zona para mantener y fomentar el cuidado y respeto por la naturaleza”.

En línea a los conceptos de Paola, las palabras de Yohanny Olivares, otro de los participantes venido de la región de Valparaíso, pero con pasado en Salamanca, son el corolario para esta expedición: “Choapa es un lugar mágico, que no me es desconocido, me hace sentir en casa. Desde niño los nombres de los lugares y formas de comprender los territorios me han llamado la atención. Nuestra cultura indígena aún aflora en el lenguaje y en ritos que perduran con el sincretismo católico. Fines de junio y principio de julio son sinónimo de festividades marianas, santería, bailes chinos y gitanos en Choapa, todas vinculadas a la petición de lluvia en una zona que históricamente se ha movido por la agricultura y ganadería. Esta misma lluvia que da forma a las actividades productivas, es la que genera vida en las charcas invernales de los llanos de Huentelauquén. La lluvia permite que la vida en reposo emerja de su letargo estacional. Flora e invertebrados despiertan de su sueño, transformándose en fuentes de alimentos de la rica fauna de Huentelauquén. Es el caso de las aves que, en búsqueda de alimento, se aproximan en época invernal. El Chorlo de campo o Pachurrón, es un ave que migra desde la cordillera de los Andes hacia la costa, en invierno, siendo señal de lluvia para las comunidades locales. Los integrantes de la ROC, al igual que el Pachurrón, migramos desde distintos rincones hacia Huentelauquén en búsqueda de estas aves. Aventura que nos permitió apreciar la diversidad de especies (91 observadas en un sólo día, según nuestro reporte de eBird) del sitio Ramsar. La ROC Choapa nos recibió con un entusiasmo que nos contagió rápidamente. Observar aves del llano de Huentelauquén no es tarea fácil. Requirió agudizar al máximo nuestros sentidos para vulnerar el hermoso sistema de camuflaje de la Perdicita chica (185 observadas sólo en un día), el Chorlo chileno, Pachurrón, entre otras. La tarea de monitoreo y observación en hombros de César, Abraham y Luz es titánica. Ejercida con medios principalmente propios, hacen pensar en el romanticismo de la labor, pero de igual forma, en la necesidad de apoyo financiero. En la actualidad, la comunidad de Huentelauquén aprecia su riqueza de biodiversidad. Puedo decir que, para mi punto de vista, ese es el paso táctico más importante que debemos buscar como observadores y protectores de la vida silvestre de nuestros territorios. Es necesario conocer para defender. Los amigos del Choapa lo tienen claro”.

El equipo de la ROC agradece a todos quienes fueron parte de esta experiencia con visitantes tanto de la región metropolitana como de la región de Valparaíso a los que se sumaron habitantes de Huentelauquén y Mincha Norte. Con esta actividad se dinamiza el nodo de trabajo Choapa de la ROC, del cual es parte la Comunidad Agrícola de Huentelauquén; administradora del área Ramsar, la Municipalidad de Canela, escuelas y jardines locales, las artesanas de Mincha Norte y vecinos y amigos de distintos puntos de la zona. Con ellos se busca relevar el complejo de humedales de Las Salinas de Huentelauquén; sitio que es parte de la red internacional de áreas claves para las aves y la biodiversidad del mundo.

Las semillas están ya en los surcos, esperando lo que vendrá…

¡Nos vemos en una próxima salida!