El domingo 31 de julio, se realizó una inédita salida de iniciación en la ciudad de Illapel, con el objetivo de seguir avanzando en la conformación de una comunidad de observadores de aves en la Provincia de Choapa. En esta oportunidad una bandada de 8 pajareros y pajareras se reunió en la Plaza de Armas de la ciudad, aprovechando una hermosa mañana soleada de invierno. No se tuvo que esperar demasiado para que el grupo fuera sorprendido por una pareja de peuco. Las rapaces surcaban el cielo de la ciudad y en un abrir y cerrar de ojos, el grupo fue testigo de cómo uno de los individuos se lanzó en picada sobre una Paloma, fallando por centímetros en su objetivo.
Con el entusiasmo en alto, el grupo realizó un recorrido por la plaza afinando el oído para identificar por su canto al jilguero austral, el chercán y el chincol. Un confiado zorzal, facilitó el trabajo con el término marcas de campo, uno de los conceptos vertebradores de las salidas de iniciación al estilo ROC. El recorrido continuó por las áreas verdes de los departamentos clásicos de Illapel, en donde un grupo de diucas, permitió reforzar dicho concepto. Allí también se realizó una detenida observación para diferenciar a la Paloma de alas blancas de la Tortolita cuyana, a partir de su tamaño, color de las patas y vocalización.
Historias de un Tucúquere urbano y la entrega de algunos tips para observar la asociación ave-planta en la ciudad, fueron parte del diálogo entre los asistentes. Seguidamente, al ingresar a uno de los pasajes incluidos en la ruta, la integrante más pequeña del grupo; Helena, fue la primera en notar la presencia de un Tordo posado en la vegetación. La felicidad del grupo fue completa al encontrar una paloma de alas blancas sobre su nido, gracias también a la joven observadora. Diucón, cometocino de Gay, tiuque, gaviotas dominicanas, se fueron sumando al set del primer tramo de la jornada, que totalizó 18 especies. Lo inesperado no estuvo ausente, manifestándose a través de un ejemplar hembra de Lagartija esbelta (Liolaeumos tenuis), que tomaba el sol en un jardín domiciliario.
Ya en el último tramo del recorrido, el grupo tomo una pausa de silencio para acercarse al paisaje sonoro asociado al remanente de humedal urbano de Illapel. En dicho lugar la viudita, el carpinterito y el picaflor chico, fueron los protagonistas, siendo coronada esta escucha activa con el picaflor gigante, probablemente uno de los primeros individuos en arribar a Illapel, tras algunos meses de ausencia. El listado para este Hotspot, arrojó 16 especies. Un total de 24 tipos de aves distintas fueron avistadas en esta salida, llenando de alegría al grupo.
En la puesta común de cierre, se subrayó la importancia de la democratización del saber, la constante actualización del conocimiento sobre nuestras aves, gracias a la ciencia ciudadana y la relevancia de repetir este tipo de experiencias en el futuro próximo. También reflexionamos sobre la basura urbana que afecta el hogar de los seres que observamos, con lo cual hacemos un llamado a respetar a los otros seres vivos que cohabitan las urbes.
Particularmente Charlyn Ahumeda, estudiante del Colegio Santa Teresa, compartió con la ROC la siguiente reflexión: “Esta salida me permitió reconectarme con el conocimiento ancestral y natural que se está perdiendo debido a la urbanización del mundo moderno. Además, fue grato conocer a nuevas personas con intereses similares, compartiendo historias y conocimiento. Hacer esto en la ciudad me ayudó a entender que la conservación empieza por casa”.
Este potente mensaje y la presente experiencia en su conjunto, nos alienta como ROC a seguir construyendo espacios para que más personas se acerquen a la observación de aves, tanto como pasatiempo, como también como una ventana al pensamiento crítico y la reconexión con la naturaleza.
¡Atentos y atentas al próximo vuelo de la bandada!
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