Es temprano y un fresco amanecer otoñal comienza en Santiago, el punto de reunión es el mismo que en mayo de hace 4 años, lugar de nuestra primera salida ROC de iniciación: la plaza junto al Cerro Santa Lucía. Este emblemático y céntrico cerro isla, que podría mirarse y pensar “¿y qué gracia tiene ese lugar para pajarear?”, es una de las cosas que pudimos descubrir con nuestros participantes 25 y que contaremos a continuación.
El Cerro Santa Lucía, también llamado Cerro Huelén, se inauguró como parque público en 1872 (¡hace 150 años!), cuando se erguía más alto que cualquier edificio. En la actualidad, alcanzar la cima del cerro nos permite ver parte de Santiago y también edificios que se alzan por sobre nosotros en altura.
Pero nosotros estamos aquí por las aves. En el cerro se han registrado 36 especies diferentes, entre aquellas que permanecen durante todo el año y otras pocas que migran. Visitando el cerro en otoño, algunas migratorias ya no están, como el fío-fío, aunque a cambio tenemos otro par de visitantes invernales en Santiago y que se hacen presentes en el lugar, estos son el picaflor chico, que vimos por montones peleándose en los aloes, y también la viudita, que vocalizaba tímidamente desde los árboles.
A medida que subíamos el cerro pudimos alejarnos lentamente del incesante ruido de los vehículos, lo que nos permitió usar probablemente la mejor herramienta para observar aves: el oído. Así es, ya que muchas veces a las aves se las escucha antes de poder observarlas, por lo que es importante poder desarrollar la habilidad de oír con atención y llevar una actitud de calma para poder separar sus cantos y vocalizaciones del ruido ambiente. Fue de esta forma que pudimos identificar especies como el carpinterito, la viudita y también jilgueros.
En distintos puntos donde había algo de agua de riego disponible se concentraban otras especies aprovechando este siempre valioso recurso: tórtolas, chincoles, chercanes e incluso un cometocino de Gay que rondaba cerca.
El cerro Santa Lucía también, a pesar de su altura, es de fácil conexión a vuelo de pájaro (literalmente) para especies que pueden llegar desde el Cerro San Cristóbal y de ahí moverse hacia cerros de la cordillera. En esta ocasión no pudimos observarla, pero en nuestra visita otoñal de 2019 pudimos ver un águila posada frente al cerro, lo que nos recuerda que incluso en un cerro como este, en medio de la ciudad, podemos encontrar grandes sorpresas.
Al finalizar nuestro recorrido, tuvimos un conteo de 15 especies, que pueden verse en nuestro listado de eBird (https://ebird.org/chile/checklist/S110850914).
Entre las distintas salidas de iniciación en este mismo lugar, como equipo hemos encontrado 22 especies de las 39 que se pueden encontrar en este cerro.
Queda nada más dejar la invitación a quienes estén comenzando a pajarear a acompañarnos en una de nuestras futuras salidas de iniciación.
¡Hasta la próxima!
Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC) - Desarrollado por Nexweb