La iluminación artificial provoca diversos efectos sobre la biodiversidad, y conforme las ciudades y zonas industriales se expanden, las consecuencias de la contaminación lumínica también se extienden territorialmente. Asimismo, en años recientes nuevas tecnologías de iluminación han traído consigo un mayor impacto en la calidad de los cielos, asociado principalmente a la proporción de luz en el espectro más azul. De este modo, la iluminación artificial de ciudades, carreteras, proyectos industriales e incluso pequeños poblados en islas tienen consecuencias en diversos organismos.
Entre otros aspectos, la contaminación lumínica altera los ciclos naturales de luz y oscuridad que son claves para procesos biológicos de distintas especies y, de hecho, hay una creciente evidencia científica que da cuenta de consecuencias en plantas, insectos, murciélagos y aves, teniendo efectos sobre comportamientos, hábitos, patrones de alimentación, orientación e incluso afectaciones a niveles poblacionales.
En Chile, y particularmente en el caso de las aves, se han identificado un total de 17 aves marinas que se ven afectadas por contaminación lumínica, que se traduce en atracción hacia fuentes de luz y posterior caída. Entre estas especies se encuentran la golondrina de mar negra, golondrina de mar de collar y fardela blanca.
Nuestra organización es parte del Comité Operativo Ampliado del proceso de revisión de esta norma, apoyando desde su experiencia el problema de la contaminación lumínica en golondrinas de mar y otras aves marinas. En este contexto, la ONG Oikonos y la ROC elaboraron un documento con una serie de antecedentes y propuestas para que la nueva norma disminuya la afectación de la contaminación lumínica sobre aves marinas. Puedes revisar el documento completo aquí.
El anteproyecto que actualmente se encuentra en proceso de consulta ciudadana incorpora partes de las recomendaciones de nuestra organización y Oikonos, propiciando que colonias de aves marinas definidas en un plan RECOGE (Recuperación, Conservación y Gestión), como es el caso de golondrinas de mar en el desierto de Atacama, tengan mayores exigencias en términos de luminosidad y que áreas protegidas con aves marinas amenazadas por contaminación lumínica cuenten con un buffer o área de amortiguación para su protección.
Sin duda la nueva norma de emisión es un paso considerable, ya que abarca todo el territorio nacional y fija mayores exigencias para zonas de importancia, tanto para la astronomía como para la biodiversidad. Sin embargo, no considera las luminarias ya instaladas en grandes ciudades del norte de Chile, como Arica e Iquique, en las cuales, durante la temporada 2019-2020 cayeron alrededor de 4.000 individuos de golondrinas de mar producto de la luz.
Por ello, a pesar de ser un gran avance es todavía insuficiente para abordar de forma completa el problema actual, por lo que debe complementarse con otros instrumentos e iniciativas a nivel local (como ordenanzas). Resulta urgente que, principalmente en las grandes ciudades y proyectos industriales de las regiones de Arica y Parinacota y Tarapacá, se incorporen desde ya las mejores prácticas de iluminación: iluminar solo cuando sea necesario, de forma dirigida, con baja intensidad y de manera controlada e incluyendo la reducción o evitación del componente del espectro azul de la iluminación que se ha identificado como uno de los aspectos más problemáticos para las aves marinas.
Actualmente el proceso de revisión de la norma se encuentra en la etapa de consulta ciudadana. Si estás interesado en participar ingresa a este enlace.
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