Invitados por los vecinos de la comunidad de Los Avellanos, en la comuna de Colbún, estuvimos el fin de semana del 25 a 27 de mayo recorriendo este hermoso lugar, para conocer y difundir su biodiversidad. En esta oportunidad pudimos pajarear y ademas buscar hormigas, además de disfrutar del paisaje otoñal.
A continuación, José Breinbauer nos cuenta cómo fue esta experiencia:
Día 1: Partimos desde Santiago (en total éramos 4 observadores) a eso de las 10:00 de la mañana con la idea final de arribar a la zona de Rabones (Maule) en la noche, lugar donde nos esperaban las personas de la comunidad que nos habían invitado y una casa donde alojaríamos las dos siguientes noches. La primera parada fue en la zona de Paine en búsqueda de loros Tricahue; no pudimos observar ninguno, y una señora nos comentó que los Tricahues se habían ido hace un par de semanas y que mientras estuvieron en la zona eran muy numerosos y fáciles de observar. Mientras buscábamos a los loros pudimos observar dos ejemplares de Palomas de alas blancas; especie común en la zona norte de Chile y que cada vez ha tenido mayor número de observaciones en la zona central, en los alrededores de Santiago. Durante esta primera parte del viaje pudimos observar (también en la zona de Paine) distinta aves agrupadas en un descampado, especies tales como: Queltehues, Tiuques, Tortolita cuyana, Golondrina chilena, Picaflor chico, Tórtolas, Zorzales y un Chercán común.
Luego de un viaje expedito por la 5 Sur llegamos a Talca. Estando aquí nos fuimos directo al Jardín Botánico de la Universidad de Talca, el cual se ubica en los límites de la ciudad con la autopista. La idea era una: observar a un Benteveo que había sido registrado en eBird con pocos días de anterioridad. Esta es una especie errante en Chile y por lo mismo era fundamental poder llegar a registrarla. La espera valió la pena pues, ya al final de nuestro recorrido, pudimos observar a un Benteveo en la zona de la laguna. Este se dejó ver y luego voló fuera de los límites del Jardín, asique ya no podíamos seguirle el paso; nos quedamos esperando tras las murallas del Botánico y disfrutando de la observación de un Peuco posado a pocos metros. En esta segunda parada pudimos observar distintas especies tales como: Diucón, Codorniz, Cachuditos comunes y Queltehues, entre otras.
Al final partimos hacia la zona de Rabones, lugar al que llegamos a la noche. Esa misma noche salimos a realizar un playback buscando la respuesta de Concones y Chunchos (solo este último contesto).
Día 2: Las nubes y la lluvia eran una amenaza, así que partimos temprano a observar distintos sectores cercanos al río Putagán, en la zona donde se pretende canalizar las aguas y sólo mantener en la superficie el denominado caudal ecológico. Es por este mismo problema por el cual fuimos llamados por una parte de la comunidad para que pudiéramos observar y registrar a las aves de la zona: ellos desean conocer bien de la flora y fauna que se encuentra en el lugar y a su vez potenciar un turismo responsable que deje ingresos en la zona y permita a los visitantes tomar conciencia del valor ecológico del lugar. En este contexto, buscan generar otro plan para que las aguas del río no sean canalizadas. Con esta meta recorrimos distintos lugares observando y escuchando distintos tipos de aves (aquí se nos sumaron dos personas de la comunidad a la observación). Durante un recorrido extenso pudimos observar distintas especies tale como: Garza cuca, loros Choroy, Raras y pudimos escuchar a tres Churrines de la mocha.
El clima no nos acompañó y pronto ya se largó a llover, por lo cual la tarde la pasamos en la casa conversando con las personas de la comunidad y compartiendo experiencias. Ya cuando atardecía se calmó la lluvia y pudimos dar un pequeño paseo por los alrededores, sin mayores observaciones.
Día 3: Nos levantamos y partimos hacia las laderas aledañas en búsqueda del Carpintero negro, pero no pudimos observarlo; estuvimos en zonas de bosques de renovales, sin la presencia de un bosque antiguo. Fue una agradable caminata entre los árboles y las hojas caídas, pero en cuanto a observación de aves fue más bien nula.
En la tarde emprendimos en viaje de retorno. Primero nos detuvimos en la zona donde anidan (bajo el camino, en un acantilado) los loros Tricahues; aquí pudimos observar dos ejemplares a menos de dos metros, además de otras aves tales como: Jilgueros australes y una Loica. Fue una gran forma de terminar el viaje, pues si bien habíamos escuchado a los Tricahues no habíamos podido observarlos aún.
Al final tuvimos un buen viaje de retorno y una invitación a volver con mejor tiempo, en primavera. Cabe destacar, para finalizar, la hospitalidad con la que fuimos recibidos por parte de quienes invitaron a la ROC a la zona.
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