Si bien tratar de ayudar a un “pájaro bebé” es un instinto en pos de la preocupación por la avifauna basado en buenas intenciones, es necesario preguntarnos: ¿Es realmente lo correcto? y más aún, ¿Es necesario hacer esto? ¿Cuándo y cómo se debe proceder para ayudar realmente? Alerta spoiler: En la mayoría de los casos es mejor no hacer nada…
Para responder estas preguntas, es importante primero conocer las diferencias entre un “polluelo” y un “volantón”. El polluelo es un ave recién nacida, normalmente desprovisto de plumas o solo con algunos parches de “plumón” (ver imagen abajo), que tiene dificultades para desplazarse y que raramente se aleja de sus padres y/o nido. Mientras que el “volantón” es un ave ya emplumada (mezcla de plumón y plumas), que se encuentra dando sus primeras prácticas de vuelo y desplazamiento, y que sí puede estar más alejado de sus padres o del nido.
En el caso de encontrar un “volantón” lo mejor es no intervenir. Puedes verificar si los padres se encuentran cerca, y si no es así, no te preocupes, es probable que éstos lo dejen sin supervisión por un tiempo, ya que pueden tener más crías que vigilar. Estos individuos ya comenzaron a explorar el mundo, por lo que es normal que anden revoloteando y saltando. Puedes quedarte observando a la distancia, para verificar que sus padres lleguen. En el caso de que el volantón esté en un peligro inminente (en medio de una calle, o cercano a la presencia de perros y/o gatos), puedes reubicarlo cuidadosamente en una zona segura en las cercanías, prefiriendo ramas altas y/o arbustos de copas densas, por ejemplo.
Si llegas a encontrar un “polluelo”, existe una alta probabilidad de que el nido esté cerca, debido a la poca movilidad que tienen a esta edad. Lo primero que debes hacer es intentar encontrar el nido, el cual se puede encontrar escondido entre los árboles o arbustos de alrededor o bien en algún recoveco o cavidad como es el caso de chercanes (Troglodytes aedon). Si lo encuentras, puedes depositar al ave cuidadosamente en su interior y vigilar desde la distancia que lleguen los padres. En caso de no encontrar el nido, puedes improvisar uno con los materiales que encuentres, por ejemplo usar una caja de cartón cubierta de tela y restos de paja, para luego ubicarlo en el mismo sector donde encontraste al polluelo, desde una distancia respetuosa vigila si los padres llegan; un tiempo prudente de espera es de aproximadamente un hora.
Si al llegar aquí pensaste en que “no debería tocar al ave, ya que los padres reconocerán mi aroma y pueden rechazar al polluelo,”, no te preocupes, ya que la discriminación de olores por partes de los padres no será suficiente para que rechacen a su hijo. Sin embargo, es recomendable utilizar elementos de protección como guantes o toallas para evitar la transmisión de algunos patógenos.
Por otro lado, hay aves que emergen del huevo en un estado más desarrollado (aves nidífugas) capaces de controlar su temperatura y presentando un mayor grado de independencia de sus padres. Un muy buen ejemplo de ellos es el Queltehue común (Vanellus chilensis), en el que los polluelos suelen deambular cerca del nido y que aunque parezcan indefensos y desorientados, es de suma importancia no intervenir en su desarrollo, además que es probable terminar recibiendo un ataque de sus protectores padres. En las siguientes imágenes podemos observar crías de queltehues:
En el caso que encuentres un ave evidentemente herida, ya sea polluelo o volantón, lo mejor es capturarla de forma muy cuidadosa, y contactar al centro de rescate o rehabilitación más cercano. En el caso de aves de mayor tamaño (como rapaces), también se puede llamar al Servicio Agrícola y Ganadero (SAG). Lo más apropiado es utilizar una caja de cartón, con agujeros para la ventilación y evitar el ingreso de luz en la caja para reducir el estrés. Es importante no forzar al ave a alimentarse o a tomar agua, ya que puede generar complicaciones respiratorias que agraven más la situación.
En conclusión, recuerda que aunque nuestras intenciones sean buenas, en la mayoría de los casos no es necesario intervenir para ayudar a un ave que está recién conociendo el mundo, por lo que debemos confiar en que sus padres están cerca y que aparecerán pronto para atenderlo. Si actuamos de forma impulsiva y nos llevamos al “pajarito”, probablemente terminaremos secuestrando y perjudicando a un ave que no necesitaba de nuestra ayuda. Adicionalmente, hay que considerar que la muerte es parte del ciclo natural de la vida, en la que no todos los polluelos sobreviven, a veces incluso siendo expulsados por sus hermanos o aves parásitas, por lo que aunque sea duro también es algo que hay que aceptar.
Si seguiste los pasos y aún así estás ante una emergencia, puedes contactarte con algún centro de rehabilitación (revisa el listado de CRFS aquí) y apoyo a la fauna silvestre o el SAG, para solicitar mayor información acerca de los pasos a seguir. Sin embargo, recuerda llamar antes de asistir, ellos te darán la información necesaria para proceder y te dirán si es realmente necesario llevar al polluelo al centro.
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